jueves, 16 de enero de 2014

MITOLOGIA DE CANTABRIA


Quería compartir con vosotros algunos capítulos de un libro que acabamos de editar, y que yo , inconsciente de mí, me atreví a escribir, con el fin de divulgar una parte de nuestro patrimonio cultural.  Aunque lo mejor de todo son las ilustraciones de Montse Rubio.


SERES DE LA MITOLOGÍA CÁNTABRA
Empezamos con el PRÓLOGO

Mucha gente ya no cree en los seres y estares que nos acompañan día a día. Al migrar a las ciudades y dejar de ser paisanos -habitantes del paisaje-, dejamos en el campo una parte importante de nuestras creencias como pueblo. A la mayoría de los urbanos, los mitos ya nos suenan simplemente a cuentos infantiles, supersticiones antiguas y chifladuras de escaso interés.
Creo que tenemos que recuperar ese espíritu crédulo y recordar, cada uno, ese momento mágico que todos hemos vivido y que se escapa a la lógica; ese golpe de buena o mala suerte que siempre guardamos en nuestro corazón.
Casi todos los personajes que aquí presentamos tienen la capacidad de volverse invisibles o de camuflarse con gran facilidad, por lo que es muy posible que nos hayamos tropezado con ellos, alguna que otra vez, sin percatarnos. Para convenceros explicaré una serie de pequeñas vivencias propias o cercanas.
Yo mismo, sin llegar a ver al duende que lo provocó -seguramente por tornarse invisible- me llevé un gran susto al ver cómo se movía la tapa de una olla por el fogón de casa. A mis doce años, me quedé impávido y rápidamente salté de la mesa para levantar la tapa, lógicamente sin resultado positivo. Pero, ¿qué otra explicación podía haber? Ese trasgo que movió la cacerola me sigue acompañando al día de hoy y hace desaparecer mis llaves del coche con una facilidad pasmosa. Entonces, pido ensimismado al duende que todo lo encuentra que las localice y en la inmensa mayoría de las veces aparece mi mujer con las llaves y tan campante me dice: “lo tuyo es un caso”. Es fácil que a muchos de vosotros os pase lo mismo.
De hecho, ¿quién no ha salido de casa consultando el parte meteorológico, con un sol radiante y en medio del camino no se ha visto sorprendido por un tormentón de tomo y lomo, acompañado con el correspondiente refrito de truenos y centellas? Sin duda, un Nubero cabreado encabalgaba esa granizada que nos cogió a todos desprevenidos.
Podría seguir así con miles de ejemplos y traer miles de personas que aun a día de hoy creen en males de ojo, en buenas o malas suertes, en brujas, en fantasmas, en duendes, en hadas buenas… Incluso cada cierto número de años –cuatro normalmente– creen que alguien vendrá y arreglará este desaguisado.
La mitología, como otras muchas partes de nuestra cultura popular, tienen sentido mientras tienen un fin. Como veremos en este libro, todos los seres que describimos tienen o bien el fin de asustar o de tranquilizar a niños y a no tan niños, así como de explicar el porqué de sucesos que no tienen en apariencia explicación alguna.
Con esta modesta obra en el texto pero gran obra en la ilustración, los autores queremos aportar nuestro granito de arena para conservar un mundo insensato pero bello y simple.
 Si los adultos perdimos la capacidad de creer, queremos pedir al menos que sigamos trasmitiendo a nuestros hijos las bondades y miserias del mundo a través de estos seres encantados, que explican de forma muy amena y entendible para los infantes las diferencias entre lo que es correcto y perverso, siguiendo una estética cántabra pero una ética universal de lucha entre el bien y el mal.
Por último, quiero dar las gracias a los verdaderos artífices de este libro. Primero a las personas que siguen creyendo y trasmitiendo a sus hijos los mitos de cualquier país, y especialmente del nuestro, y sobre manera a las personas que han documentado la presencia de estos mitos en Cantabria: Adriano García Lomas, Manuel Llano, Jesús García Preciados, Jesús Herrán, Gustavo Cotera, Juan Carlos Cabria, Enrique González y Mercedes Cano.













2 comentarios:

  1. Que tengas suerte en esa aventura editorial y espero que no despiertes sus iras de por dar a conocer a esos seres, que prefieren mantenerse en secreto y de los que conviene hablar en voz baja y, a ser posible, sin citar su nombre.
    Saludos.

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  2. Son buenos amigos y de momento solo me han deparado satisfacciones. Gracias

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